martes, 27 de septiembre de 2016

61 kilazos.

¡Vuelvo a las andadas!



Y me refiero a lo de comer como una puta gorda, no lo de escribir a menudo, comer sano y hacer ejercicio.

Bueno, en la última entrada estaba viviendo en Madrid...Ahora estoy en Barcelona. Con Dani y su familia, porque prácticamente no me ha quedado otra (la otra opción era quedarme en Madrid con un trabajo de mierda en el que cada día era 'mi útlimo día' y en un piso con sus correspondientes gastos).


Así que nada, la vida familiar está muy bien pero aquí comen mucho y estoy engordando... No es que me pegue el gran atracón, pero hacen comidas muy abundantes y muy al estilo 'pueblo', entonces es complicado adelgazar así.  Antes en Madrid tenía 56-57 kilos (bastante felices, oye, de los que sales a la calle creyéndote la diosa sobre la tierra). No era mi peso ideal, pero bueno! Mientras me cuidaba era feliz con lo que tenía.

Ahora en Barcelona, pues eso, peso 60.9 kilos hoy y estoy a punto de tirarme por el balcón. Escribo por no ponerme a llorar, de hecho! Llevo un día de mierda y ya llevaba un par de días pensando en retomar el blog para motivarme más.

Lo malo de esto es que la gente con la que compartía mis andadas en 2013 ya han dejado este mundillo (por suerte) y ya no me siento arraigada a este blog. De hecho, desde que dejé mi blog de Meek, cuando murió mi tía por anorexia, ahí perdí a todas las buenas compañías que tenía y pasé a sentirme un poquito más sola. Mucho más fuerte por dentro, eso sí, pero sola.

Y las recaídas, todo eso que no se puede contar, que se queda en el interior... Ahí se quedó.

De hecho, no sé si abrir un blog nuevo y empezar de vuelta o seguir con las cenizas de este intento de blog. Que de poco me sirvió, todo sea dicho. Vuelvo a repetir que siempre he sido y siempre seré Meek, y por mucho nombre que me cambie y lo que sea, siempre va a quedar ahí lo que pasó.

Esos 56 kilos que llevaba con toda la gracia del mundo (con faldas y vestidos bonitos) ahora están pasando a ser 60 kilos de pantalones que no abrochan y la tripa que empieza a ampliarse más y más.
¿Y la inseguridad que provoca todo eso? ¿Cómo es posible?

Al final por muchas ideas que te metas en la cabeza de que tu peso sólo es un número, que tú vales mucho más, que ellos las prefieren con curvas o que eres más que un cacho de carne... Todo eso vale en la teoría, para mí un kilo más es un motivo más por el que sentirte inferior.

Me he empezado a hacer a la idea de que los 50 kilos que antes llevaba con desesperación y hambre probablemente no vuelvan. Y no pasa nada tampoco. Los 56 estaban bien, estaba bien cuando tenía algo de lo que presumir. Soy joven, tengo un trabajo, soy independiente.
Eso se supone que me hace mejor que, no sé, alguien. Pero ahora todo eso ya no está, ahora tengo ojeras de no dormir, parezco mucho más mayor... Ni trabajo ni independencia. Estoy viviendo a costa de la familia de Dani como un parásito.

Quizás no sólo sean los 61 kilos, sino también el no encontrar trabajo ni estar en mi casa. Quizás.

Necesito leer gente y motivarme un poquito para hacer las cosas bien. Aquí sólo tengo a Dani (y su familia también, ojo, que se están portando genial conmigo, pero como entenderéis, no puedo hablar con ellos de TODO). Aquí no tengo amigas, y la gente que me acompañó durante esos meses en Madrid, a pesar de tener algo de interés en mi vida, obviamente tienen su trabajo, sus problemas...